Cuando a Osada Steve le preguntaron en una entrevista en 2009 por la diferencia entre el Shibari japonés y el bondage occidental, centró su respuesta en la diferencia cultural que supone para un espectador occidental ver a una persona atada con una cuerda frente a un espectador japonés. La cuerda es un elemento que está y ha estado presente en la cultura japonesa durante milenios, las imágenes de personas atadas con cuerdas forman parte del subconsciente colectivo dándole un significado diferente al que entiende un observador occidental. Esto es tan importante que incluso Nureki Chimuo se negaba a actuar frente a personas que no entendiesen el Shibari y prefería expulsar de su show a quien no lo estuviese entendiendo.
Pero entonces, ¿qué es Shibari? Es difícil de entender para los ojos occidentales, pero se puede intentar si la mente cuadriculada occidental se abstrae. El punto de partida debe ser eliminar todo prejuicio y partir de la máxima de que, casi siempre, lo que se está viviendo dentro del Shibari es justo lo contrario de lo que un observador agnóstico percibe. El pensamiento más común cuando vemos fotos de Shibari es asociarlo directamente con nuestro bondage, justo como les pasó a los soldados estadounidenses que intercambiaron revistas eróticas sadomasoquistas con soldados japoneses en la guerra de Corea en los años cuarenta. Sin embargo, pensar que Shibari es bondage es como pensar que pintar Las Meninas o la fachada de un edificio es al fin y al cabo esparcir pintura sobre una superficie. Que la persona atada quede inmovilizada durante el proceso es una consecuencia, no el objetivo, usar las cuerdas para atar es un ejercicio de dominación, de control y, por supuesto, de comunicación.
¿Qué es Shibari?
Así lo contaban y sentían los grandes maestros, Yukimura lo definía como un intercambio emocional entre dos personas, una forma de expresar amor y emociones utilizando las cuerdas. Akechi Denki decía que es la conexión hecha con cuerda entre los corazones de dos personas. Chimuo también decía que lo más importante es el corazón. Y me llama poderosamente la atención que Osada Steve, al hablar de los nueve pilares fundamentales del Shibari, nombra conceptos como el Tachi-ichi (posicionamiento), el Ma-ai (proximidad), el Sabaku (destreza con la cuerda), el Ki (energía) o el Muganawa (vaciado de la mente), pero ni si quiera menciona la inmovilización.
Shibari es un arte, y en su ejecución jugamos con el cuerpo de la persona para que las cuerdas nos sirvan para comunicarnos, una comunicación cargada de emocionalidad que es diferente cada vez, incluso aunque la persona que ata y la que es atada sean las mismas siempre. Desde el momento en el que se cruza la primera mirada, en el que se escucha la primera cuerda cayendo al suelo, en el que se hace el primer contacto con la piel... ya empieza todo, los nudos y las fricciones tensan el cuerpo y a medida que la cuerda se va adaptando al cuerpo de la persona atada, ella se moverá siguiendo el ritmo que sienta. Las tensiones de la cuerda guían y también limitan su movimiento, su equilibrio, y las estructuras hacen que con muy poca tensión se pueda controlar el movimiento completo.
Cuando ato, me vuelco en la persona, siento que soy por ella y que siento a través de ella, siento que desde la posición de asumir el control estoy al servicio de la persona a la que ato, es una sensación preciosa. Además, con un poco de destreza, es fácil conseguir que sus movimientos estén en los límites que yo defina, que se quede a escasos centímetros y no alcance a llegar a un punto, que roce el desequilibrio y que sólo pueda sostenerse con mi apoyo. A veces jugamos con el dolor, a veces hay sensaciones intensas, a veces la intensidad viene de momentos suaves con miradas profundas. Y todo esto me da un placer inmenso cuando descubro que estas situaciones que construyo son recibidas por la persona a la que estoy atando y fluimos en su disfrute.
Una vez, una persona me dijo que había disfrutado casi más del desatado que de todo lo demás, y es que desatar es también parte del proceso. También se juega con el cuerpo de la persona cuando se desata y liberar las tensiones y los nudos se puede hacer de forma que comunique muchas cosas interesantes. Si atar es un acto cargado de emociones y comunicación, desatar está igualmente cargado de intensidad. Todo es importante, todo suma, desde la primera caricia, la primera cuerda deslizando por la piel, el primer nudo, los abrazos, el control, la respiración, los movimientos, la liberación…
Shibari es arte en movimiento y, como en toda expresión artística, no podemos olvidar la parte estética. Porque incluso cumpliendo todos estos requisitos, no siempre que usemos cuerdas para comunicar estaremos creando Shibari, de hecho, hay quien dice que se debería vivir en Japón varios años y estudiarlo de cerca para considerar que lo que se está haciendo es Shibari. Yo no creo en esa exigencia, pero sí creo en las tres reglas de las que habla WykD Dave: debe ser bonito, debe ser eficaz y debe tener una estética japonesa. Sobre estética japonesa se ha escrito mucho, y es difícil de entender, porque buscando la perfección se llega al mono no aware, la sensibilidad en lo efímero, pero en la imperfección (en alguna) se encuentra el wabi-sabi, la belleza de la asimetría, pero no todo vale, sólo lo que encaja en tan complejos conceptos.
A menudo, pienso qué haría una persona japonesa al observar mi obra, si se tiraría del pelo mientras llora a gritos o si daría su aprobación. Sea como sea, lo que está claro es que hay cosas que no son Shibari, o que no encajan con el concepto de Shibari tradicional, pero sí está claro que en Shibari encontramos muchos conceptos, que hay comunicación y cuidados, que hay erotismo y sexualidad, que se utilizan las cuerdas para mucho más que para atar, y que Shibari no es bondage, es otra cosa.